En el grupo tenemos varios niños y niñas que parecen acróbatas: les encanta saltar, poner posturas complicadas... El viernes por la mañana hablamos de esto y les propuse buscar un espacio en el que hacer esto no fuera peligroso, ya que en la clase no se puede ni correr ni saltar ya que hay mesas, muebles, sillas,... Decidimos que un buen lugar era la sala de psicomotricidad. Les anticipé que esa tarde, en la sesión que nos tocaba, ibamos a hacer Acrosport. La expectación fue máxima. Y, en palabras de Martín, resultó ser requete, requete, requete guay.
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